Ya son varios meses sin escribir nada pero quería volver a compartir alguna de mis historias, aunque ya tengan su tiempo. Espero reactivarme pronto para seguir escribiendo y compartiendo. Por lo pronto, espero que esto os guste. Gracias por leerme.
Estación Central Vida
+ Despierta corazón, que ya
amanece.
- Mmmm al corazón no lo metas
en esto, eres tu la que me abre el día. Ven, dame un beso que me ayude a
levantarme.
+ Jajaja mira que eres...
-
¿Encantador?¿cariñoso?¿divertido?¿dulce?¿niño?
+ Payaso jajaja. Eso es lo que
eres y de eso vives, así que menos cháchara que el tiempo corre. Yo también
tengo que trabajar.
- Vaaale, pero ayúdame a pintarme antes.
Así a la cuenta de tres se incorporó sobre la mitad caliente de su colchón, rehusando por un momento la luz del alba que despuntaba y esperando la orden de su compañera para iniciar el ritual de cada día.
+ Aquí, frente al espejo. ¿Qué
colores quieres hoy?
- Los mismos de ayer.
+ ¿Otra vez? Cariño, ya casi
no te queda gris.¿Por qué no empiezas el verde? Mira, así, alrededor de los
ojos, que te avive la vista.
- Nena no empieces de nuevo
por favor, los mismos de ayer ¿vale? ¿Qué más te da? Además si el gris siempre
me lo puedes conseguir tú y el verde está caro, lo sabes. No estoy sacando
mucho últimamente y tu trabajas de voluntaria, habrá que llegar a fin de mes de
alguna manera. Y la caravana necesita algunos arreglos, la puerta está
desvencijada y no cierra.
+ Está bien, está bien, tienes
razón. Pero antes de pensar en arreglar la puerta para que cierre preocúpate
mejor de arreglar las ventanas para que abran, aquí dentro el aire ya está
viciado.
- Podrían entrar ladrones de
nuevo.
+ No todas las personas son
ladrones.
- Pero sí todos los ladrones
son personas.
+ Cielo, vivimos muy lejos de
todo, por aquí ya no pasa nadie.
- Por aquí ya no pasa nadie.
Murmurando como un eco esa última frase y agachando las orejas decidió guardar silencio y dejar hacer a su compañera, abstrayéndose de todo mientras la calma se apoderaba del ambiente en la caravana.
+ Bueno, creo que ya está,
mírate. Poco más puedo hacer con los colores que quieres.
- Está bien así cariño, espero
que mi estimado público de hoy sepa apreciar tu esfuerzo. Tienes un don para
maquillar.
+ Qué remedio, nací para esto.
- Ufff sí, hace ya ¿cuánto?
¿cien siglos? jajaja. Un comentario casual pero que encerraba un objetivo.
+ Eh tú, mucho cuidado, sabes
que a una señora como yo no se le menciona la edad. Granuja. Una reacción a la
medida de lo que esperaba.
- Vamos, cogeré mis bártulos,
tenemos que salir.
Una sonrisa sin más que
celebraba el objetivo de espantar cualquier tristeza que sobrevolara a su
compañera.
¿Me acompañarás hoy también
hasta la estación?
+ Si, hoy tengo turno en el
embarcadero. Me entran escalofríos solo de pensar que el farol pueda aparecer
encendido de pronto entre la niebla.
- Para eso también naciste con
un don hace cien siglos.
+ Una eternidad más bien, no
me lo recuerdes. Bueno, cambiemos de tema por el camino, ¿no te apetece cantar?
- Si es contigo, sabes que sí.
Se tomaron un segundo para guardar la frescura de la mañana al abrir la puerta de su penumbrosa caravana y otro más al agarrarse de la mano para no caer en el error común de mecanizar un gesto capaz de unirlos tan fuertemente. Dieron un paso, otro paso y empezaron su acostumbrado concierto matinal con la complicidad compartida ante cada verso. Así, hasta llegar al mismo lugar donde cada día separaban sus manos para iniciar sus tareas. Ella a su embarcadero a esperar y cuidar, con su uniforme de enfermera bien planchado. Él con los trastos que todo payaso precisa para su espectáculo.
- Bueno mi niña, nos
encontraremos al atardecer por el camino. Deséame suerte para hoy.
+ No la necesitas tonto.
Colócate bien la nariz.
- Creéme que sí. Más con el
día que hace.
+ A juego con tus pinturas.
- Anda, saluda al barquero de
mi parte y no trabajes mucho.
+ Ojalá así sea y tú encandílalos a todos, artesano de la sonrisa.
Ella le besó como siempre, con el deseo de que fuera una despedida, él últimamente no la besaba igual, se embriagaba de su silueta de mujer pero no queria perderla de vista.
- "ESTACIÓN CENTRAL VIDA" Ay, allá vamos.
Un
colosal edificio de cemento, piedra, hormigón y cualquier material de
suficiente dureza era la Estación Central Vida. Un gigantesco lienzo blanco
poliforme desde el suelo hasta el techo, por dentro y por fuera, con una
cubierta acristalada más o menos preciosa según cómo despertara el cielo.
Ciertamente su compañera tenía razón al comparar sus colores grises con las
nubes que recién llegaban esa mañana.
Nada más cruzar la puerta
podía ver a lo lejos su pequeño escenario en una posición central privilegiada,
una piedra de un metro cuadrado erosionada, de reconocible forma, que se
levantaba solo un palmo sobre el suelo, lo suficiente para que en un buen día
los curiosos que se amontonaran pudieran disfrutar de su espectáculo aún desde
la cuarta fila. Se encaminó hacia su rinconcito sin desviar sus ojos de aquella
piedra, recordando grandes sesiones en las que la blancura del lugar se tornaba
en acuarelas, pero sin olvidar los días insípidos recientes que estaba
experimentando.
Así empezaba su jornada,
oteando sobre su atalaya un bullicio que pasaba de largo, abriendo sus brazos
como el telón que anuncia el comienzo del show. Una niña sin consuelo con su
muñeca rota no deja de llorar, unos recién casados que aman más que respiran,
un mendigo despertando entre sus escombros, unos ojos conversando tras el velo
humeante de un café, un viejo sentado solo en un banco, unos hermanos siameses,
una estudiante con el puño en alto, un coro de carcajadas cerrando un círculo,
un matrimonio con dos copas de vino a la luz de las velas que encendió su
dragón, una paloma de un color especial provocando terremotos cual mariposa con
su aleteo, una pareja buscando el tren correcto al que subir, una maleta que
corre más que su dueña, unos equilibristas con los pies en la tierra, una loca
dejando un tango sin acabar, un poema que se entretiene a la espera de que
aparezca su mago. Un payaso sin chistera que así como empezó, así acabó su
jornada, oteando sobre su atalaya un bullicio que pasó de largo.
Bajó del escenario con la
sonrisa pintada, contó la recaudación sentado en su piedra, terminó de recoger
y apretó el paso hacia la salida que le acercara de una vez a su compañera.
Acabó tomando un descanso a la sombra de un árbol y contemplando el campo de margaritas, blancas, completas, indecisas, azarosas. Justo cuando cedía al pensamiento de arrancar una, una voz apareció de pronto y unas manos le taparon los ojos.
+ ¿Quién soy? Sí, su
compañera, justo a tiempo para salvarle.
- Mi único público al parecer.
+ Ey, ¿qué te pasa? ¿otro mal
día?
- Así es.
+ No tienes muchas ganas de
hablar ¿verdad?
- No tengo mucho que contarte
mi vida.
+ Eh, no me llames así, ya
sabes que no me gusta, no soy tu vida.
- Perdona, se me escapó.
+ Vamos, nene, anímate,
cuéntame tus historias de hoy, ya sabes que me encantan.
- Nada interesante, la
recaudación fue pésima un día más.
+ Va, va, no te preocupes por
eso ahora, siempre salimos adelante. A ver, háblame de tu público de hoy,
¿alguien nuevo?
- Eeeh no, nadie nuevo. Ya te
hablé de aquella última chica, ahora siempre se detiene un buen rato para
escuchar, diría que disfruta del espectáculo. Es de las pocas que ahora parece
convertirse en fieles espectadores, pero ya sabes cómo funciona esto, mañana
quizás vuelva a aparecer, quizás no.
+ Entonces, don triste, no te
preocupes hasta mañana de eso.
- Si, ya lo sé, consejitos
vendo que para mí no tengo. Al menos de ti no tengo dudas de que volveré a
verte al despertar.
+ Soy yo quien puede tener
dudas de ti, te lo recuerdo. Pero no entremos en eso, no es un reproche, lo
sabes ¿verdad, mi niño?
- Si, lo sé, y si lo fuera
tendrías todo el derecho.
+ Nunca fue ese mi cometido y
menos con estos atardeceres.
- Atardecer desapercibido si
no estuvieras tú para compartirlo.
+ Cuidado payaso zalamero, no
te enamores de quien no debes. Cuéntame más, cuéntame más.
- Jaja, tú, hierro y seda.
Mmmm ya sabes, idas y venidas todo el día, transeúntes, ambulantes, gente de
paso, errantes. Llámalos como quieras. Algunos iban con demasiada prisa como
para darme una simple sonrisa, otros sí se quedaron durante horas, pero siempre
pendientes del reloj, de encontrar el andén de sus propios trenes o simplemente
buscaron otro espéctaculo.
+ Bueno, no eres nuevo en esto
cariño, trabajas en una estación, tú mismo lo has dicho, transeúntes, gente de
paso.
- Será por eso que te admiro
tanto, porque tú nunca estás de paso. De nuevo faltó hoy aquel grupito de
amigos que acudía todos los días. Aquel grupo de chavales que solían venir a
todas las sesiones, ahora ya solo aparecen muy de vez en cuando. Los suelo ver
merodeando por la estación, pero cada uno por su lado, hoy por ejemplo vi a uno
de ellos pero al fondo sentado en la cafetería, con alguien nuevo.
+ Bueno, al menos no se han
ido del todo, seguro que volverán, o quizás seas tú el que debe volver,
reconoce que cuando te pintabas de colores tu repertorio atraía a más
público.¿Qué hay de aquella linda pareja que siempre te pedían otra y otra?
¿También ellos han dejado de pasar por allí?
- No, no, jajaj, ellos no,
siguen siendo unos incondicionales.
+ ¿Ves como no está tan mal?
Seguro que aquella chica, que, te recuerdo, don triste, pensabas que solo
estaba de paso, sigue viendo y escuchando lo que tienes que contar. ¿O me
equivoco?
- No, no te equivocas, sigue
pasando por allí con su maleta grande, pero ya no hace escalas tan largas como
antes, aparece y desaparece. Cada vez hay más huecos vacíos en mi rincón y el
sombrero ya no rebosa como antes.
+ Volverá a rebosar, ya verás,
no es la primera vez que pasamos penurias y siempre las soportamos mejor entre
los dos. ¿Por qué ahora iba a ser diferente?
- Porque la inspiración se me
está yendo en cada maleta.
+ Empiezas a cuestionarte si
tales fines merecen tales medios, a preguntarte ¿para qué, verdad? Tu siempre
acabas encontrando la respuesta necesaria, para bien o para mal.
- Para bien o para mal.
+ Y... ¿también estaba...?
- Sí, también, pero ya me ves,
yo aquí contigo un atardecer más frente a las margaritas. No tienes que
preocuparte, ya te lo dije, el espectáculo debe continuar ¿verdad?
+ Así es, aunque estaría bien
que te lo creyeras.
- Tenerle fe a las palabras
nunca fue lo mío, a menudo son tan pasajeras como la vida en la estación.
+ Así como pasajeras son las
musas que siempre inspiraron tu espectáculo.
- A menos que encuentre una
musa sin equipaje ni tren y ya sabes de quién hablo.
+ Sí, de tu respuesta
necesaria, para bien o para mal, tú también debes saber de quién hablas. Tanto
maquillaje gris, tanta canción meláncolica, tan poca comedia. Ojalá pudiera
tener propia voluntad para desaparecer y solo volver a encontrarnos de nuevo en
la barca cuando llegue el momento.
- Por ese deseo tan arduo eres
lo que eres y me inspiras como ya no lo hace nadie, nada.
+ Es al revés cariño, ya no te
inspira nadie, nada y al final de la jornada ahí me encuentras. Tu respuesta
necesaria, recuerda. No me ofende serlo, que no te avergüence a ti admitirlo.
Asumo mi papel.
- Ay, ¿te casas conmigo?
+ Jajajaja no. Yo no me caso
con nadie porque nadie debe casarse conmigo. Tú puedes seguir pintándote de
gris, pero tarde o temprano las musas aparecerán de nuevo entre el público para
colorearte y yo estaré encantada de cederles el puesto. Necesito un descanso de
ti jajajaj.
- Eyyy ¿serás...?
Ella también sabía jugar a su mismo juego y echó a correr con su risa infantil para que le persiguiera camino arriba, que a la alegría pura no hay tristeza que le aguante el ritmo.
- ¡Te cacé! Gritó él muerto de
risa cruzando la meta de su cintura.
+ Jajaja como la noche nos ha
cazado, pero menos mal que ya hemos llegado. Encenderé una fogata y cenaremos,
pero fuera de la caravana por favor, ¿te apetece? Dime que sí anda, dame ese
capricho. Cantaremos y bailaremos ¿sí?
- Sí, tan vieja y tan niña.
¿Me concede el siguiente valls, madame?
+ Jajaja payaso incorregible.
- Laira laraila laraila laira
lalaralá...
+ Jajaja paraaa jajaja ¡todo
me da vueltas! jajaja.
- Al menos que siga habiendo
un mundo que gire alrededor de un sol.
+ Hay más soles que pueden
calentar más que yo.
- ¿Sí? Ahora sólo percibo el
calor de esa fogata, y la encendiste tú.
+ Ay, me arruinas los
argumentos. ¿Qué voy a hacer contigo?
- Bailar. Lará lará laralalá
lará lará laralalá...
+ Nooo jajaja paraaa. Te
iluminaste de colores y luego te empeñas en pintarte de gris. No te entiendo.
- Ven, sentémonos a cenar.
Mira, coge la bolsa, ¿lo entiendes ahora? Ligera, vacía, ya no rebosa como
antes y si no rebosa, no alimenta. Y sí, será falta de inspiración, pero
saberlo no trae a la musa de vuelta.
+ Cierto, sólo se transforma
en mí una vez más.
- Bien sabes cuánto me
avergüenzo por ello.
+ "Y sin embargo un rato
cada día, ya ves, te cambiaría por cualquiera, te engañaría con
cualquiera..." Canturreó ella anestesiando con su sonrisa en lo posible
para que no doliera.
Es vuestra condición de hombre
y yo lo acepto. Avergonzarte por ello me halaga y te dignifica, porque pocos
hubo que me trataran con tanto respeto. Es por eso que no quiero ser tu musa,
te mereces a alguien mejor.
- Jeje, ¿quién mejor que tú,
que eres capaz de tal sacrificio?
+ Alguien que no sea tu
respuesta necesaria, alguien que sea el fin y el medio por el que eres tú quien
se sacrifica, ese sacrificio que un día te sacó los colores...
- Y a la noche me devolvieron
a tí, sin color ninguno.
+ Ufff. Le desesperaba cuando
él usaba su mismo anestésico.
Se acercó a ella por la
espalda para abrazarla rodeándola por la cintura, era como un niño aferrado a
su peluche. La meció con el vaivén del valls y usó su voz más conciliadora.
- Cariño, no le des más
vueltas que las que yo mismo le doy, considéralo un empate técnico, los dos
tenemos razón, los dos entendemos que el otro tiene razón.
+ Sí pero...
- Lo sé, lo sé, no hace falta
que termines la frase, tú no naciste para ser la musa de ningún payaso ni para
hacer el amor al ritmo de un valls ni para vivir en mi caravana, lo sé. Tú
naciste para acompañarme en la barca cuando el farol atraviese la niebla, lo
sé, lo sabemos. Aunque muera contigo yo solamente te pido que no me abandones.
+ Mañana tu público volverá a
rebosar el sombrero, mañana volverán las musas a tu espectáculo, mañana
volverás a pedirme que te maquille de colores.
- Siempre vuelven, tan
inesperadamente pero como habia esperado vuelven. Mañana volveré a creerte
entonces. Pero mientras tanto no me niegues este baile, que no soy ninguna
Penélope para tejer la espera con palabras y el campo sigue inmaculado de
margaritas. ¿Acaso no es mejor dormir abrazado a tí que ir a buscarte al
embarcadero?
+ Supongo que es mejor ser tu
respuesta necesaria a que no tengas ninguna. Apagaré el fuego, que el sereno ya
encendió sus velas.
- Dormiremos a la intemperie, que por aquí ya no pasa nadie.
Se admiraron de nuevo por última vez hasta que él rompió el silencio.
- Ciérrame la noche con un
beso, igual que me abriste el día.
+ Serás...
- Payaso.