viernes, 26 de abril de 2024

Aprovechando la collá. Culpables todos

     Aprovechando la collá del tema propuesto el fin de semana pasado por el blog Sin título (claudianotienetitulo.blogspot.com) , renunciar, aquí dejo lo que se me ha ocurrido a mí.

    Culpables todos

    Sigo sin entenderlo pero eso ya no importa, no me queda otra que aceptarlo. No eres ni el primero ni el último que me abandona a la francesa.
Donde quiera que sea el rincón al que te vas, espero estar a tiempo aún de que leas este mensaje.
    Siento mucho haber sido mala contigo, te juro que no soy así, que nunca he querido hacerte daño, ni a ti ni a nadie. Es que siempre me tienen ocupada con millones de cosas y joder, al menos estarás conmigo en que los demás no colaboran. Ellos también podrían haberse dado cuenta de lo mal que estabas, mandarme señales de aviso o algo. Me las hubiera arreglado para encontrar la manera de que no renunciaras.
    Oí rumores, no lo voy a negar, de que llevabas ya un tiempo apagado, como con una sonrisa a lo Mona Lisa. Échame la culpa si quieres, estoy acostumbrada después de tanto tiempo. Llevaba apartada de ti bastante tiempo, la verdad, pero como te digo, en momentos así los que dicen estar a tu lado son los que deben demostrarlo. Menos mirar para otro lado, menos comentar a terceros que estás apagado, menos pensar que esto no va conmigo ¡joder!
Ya sabes cómo es mi trabajo, hoy aquí, mañana allí. Todos lo saben, de hecho. Hubiera acabado volviendo, ojalá hubieras esperado un poco más. Con su ayuda seguro que hubiera sido así, pero claro, es más fácil para ellos ponerme ahora como la mala de la película. Recibirán la noticia con estupor y tristeza, pero pocos harán autocrítica, pocos se reprocharán no haberte preguntado qué tal estabas, pasar un rato contigo. Darte un poco de luz, vaya, si es que te veían tan apagado. Ellos fueron los primeros en renunciar a ti, ellos también podrían haberte ayudado en mi ausencia, ¿o es que tengo que estar yo en todo? ¡joder!
    Bueno, tengo que dejarlo aquí, la policía ya está bajando por el puente.
Esta carta se la dejo al barquero para que te la entregue. No es la moneda que suele cobrar, pero a mí me fía.
Siento mucho que hayas renunciado a la vida.

Con cariño, la Suerte.

miércoles, 24 de abril de 2024

Elige. Mayo 2009

    Hay síes en condicional, hay síes en afirmativo, hay síes que te cambian la vida, que la mejoran, que la empeoran. Hay síes que acaban pero te quitan lo bailao, hay síes gritados, síes susurrados, hay síes piadosamente mentirosos, hay síes deseados, suplicados, resignados. 

    Hay síes ante altares, hay síes dolorosos, síes impulsivos más tarde arrepentidos, hay síes que emocionan, que enamoran, que ilusionan, que entristecen, que fortalecen. Hay síes en la mirada, en la sonrisa, en las caricias, en los abrazos, hay síes en la palabra. 

    Hay síes jurados, hay síes demostrados una y otra vez, hay síes esperados, hay síes para tu gloria, tu infierno o ambos a la vez. 

    Hay síes que condenan al llegar, al marchar, hay síes que condenan mientras no llegan, hay síes que nunca llegarán. 

    Hay síes en la memoria de alguien pero no en la tuya, en el olvido de alguien pero no en el tuyo, hay síes sustituidos. Hay síes de verdad, síes con fe, síes dados con más fe que verdad. Hay síes más pensados que sentidos. 

    Hay síes indeseados, síes que se fueron y de nuevo vuelven, síes que no se van por más que se intente, síes que no se quedan si otr@ no quiere. 

    Hay síes sabidos, síes callados, síes acobardados, síes que engañan a todos, a algunos o ni siquiera a ti mismo. 

    Hay síes a destiempo, a tiempo, al fin y al cabo honestos. 

    Hay síes que perdonan, hay síes que distancian, hay síes que despiertan, que duermen, que no dejan despertar, que no dejan dormir. 

    Hay síes felicitados, hay síes caballeros, hay síes envidiados. Hay síes porque sí, hay síes ¿por qué no?, hay síes explicados, hay síes inexplicados. 

    Hay síes en las noches, en las botellas, en las mañanas, en la primavera, en la playa. Hay síes en las canciones, en las cartas, hay síes recibidos con la cabeza alta y con la cabeza baja. 

    Hay síes de los que huyes y te persiguen, hay síes que llamas y echan a correr. 

    Hay síes incomprendidos, hay síes no preguntados, hay síes no respondidos, hay síes no encontrados. 

    Hay síes más fuertes que un no, más fuertes que un no sé, más fuertes que tú, que yo, más débiles también. 

    Hay síes que decides, síes que deciden, hay síes que se esconden, pero síes en el fondo. Hay síes cada semana, cada verano, naturales, esforzados, que no van a ningún lado. 

    Hay síes para cada uno, hay síes correspondidos, no correspondidos, hay síes para algunos. Hay síes esperanzados, hay síes al otro lado, hay síes no valorados. 

    Hay síes necesarios, innecesarios, pacientes, complacientes, decisivos. Hay síes de paz, de guerra, de tregua, que nunca dan tregua. 

    Hay síes que se añoran aunque nunca se tuvieron, hay síes que se añoran precisamente porque nunca se tuvieron, hay síes que vivieron cerca, que murieron lejos, y viceversa.

sábado, 20 de abril de 2024

Aprovechando la collá. Encaidenao

    Aprovechando la collá de inaugurar el Juntaletras, qué mejor tema que el sentimiento de pertenencia, sintiendo que me saldrían las páginas a raudales si no fuera porque, reflexionando, me doy cuenta de que dichas páginas llevan toda mi vida saliendo.
    Nacemos en una esquirla del mundo sin ninguna opción de réplica. Pero yo a mi madre no puedo replicarle nada por parirme gaditano viniendo ella de Almería.
Llevo toda una vida enamorado de mi tierra y mi gente, algo inevitable, aunque un cuarto de dicha vida, con tendencia a convertirse en mitad, no pueda ni respirar su salitre más que de vacaciones. Sí, soy uno de tantos emigrantes a los que el sentimiento de pertenencia, ya de por sí potente, se le multiplica en un aeropuerto o en una estación de tren.
    Supongo que según la persona, según la experiencia vivida o según el lugar, ese sentimiento hacia la patria chica (en realidad la verdadera) es más o menos fuerte.
En mi caso no puedo evitarlo. He derramado versos a la vera del Arno en Florencia y del Támesis en Londres, en la mayoría de mis escritos terapéuticos hay referencias a nuestros poestas de febrero. Sé que los gaditas nos ponemos muy pesados con la misma cantinela, pero es inevitable. Y si además, como en mi caso, no te da la gana de evitarlo, pues pa que te vi a contá.
Qué le hago yo si la entonación de un pisha y un shosho en fa sostenido me da calambre en los labios. Qué le hago yo si cuando me voy a la Puntilla, los pinos y el Castillito me trasladan a los veranos más veranos. Qué le hago yo si le rezo a los dioses en los que no creo para que el Cadi se salve. ¡Qué le hago yo, Cadi!
Ay, perdón, que he perdido la compostura y no sé dónde la he puesto.
    Sentirse de un lugar es necesario, la garita donde refugiarnos cuando arrecia la tormenta. No se trata exclusivamente de un lugar geográfico sino también en el tiempo, por las emociones que nos hicieron sentir felices o al menos en paz. Es la excepción al famoso verso "allá donde fuiste feliz no debieras tratar de volver".
Yo necesito volver, perderme por sus calles y plazas, las de El Puerto y las de Cádiz. Necesito bañarme en su luz, sonreír con el acento de las marías, despertar el "age" con denominación de origen que hiberna en mí el resto del año en las bajas temperaturas del norte. Necesito oler el pescado por la plaza de abastos, el vino por las bodegas y bares, los camarones saltando en el vasito de vino como unidad de medida. Necesito contemplar la estampa de Cádiz al otro lado de la bahía, presentarle mis respetos a la piedra desnuda en la bajamar recordando a mi padre mariscando.
Son los eslabones a los que doy lustre para mantenerme "encaidenao" a la libertad de mi hogar.
Lo demás es transitar, de lo que hablo es pertenecer.