martes, 4 de junio de 2024

Aprovechando la collá. Lucecita lucecita

        Aprovechando la collá, aunque con algo de retraso, que el blog amigo Sin título (claudianotienetitulo.blogspot.com) hablaba así sobre el bloqueo del escritor, aquí os dejo lo que me sugiere a mí dicho tema, lo que experimento cuando quiero escribir. Eso sí, os lo dejo a mí más puro estilo.

Lucecita, lucecita

        A tientas en la oscuridad voy dando primeros pasos. Con las manos extendidas todo el tiempo, a los lados, arriba, al frente o por el suelo. En las profundidades de esta mina la inutilidad de los ojos da galones a las manos para identificar por dónde prosigue esta galería que en algún punto acabará en la superficie, ya sea a la luz del sol o de la luna.
        Hay bifurcaciones en estos túneles que son una lotería y para llegar a acertar hay que jugarla. A la izquierda puedo avanzar cómodo por un rato... o no. Si continúo recto puedo pensar que estoy en el buen camino, pero a lo mejor se bloquea de repente y tengo que desandar lo andado. ¿si es a la derecha? Aunque sea a gatas y con paciencia resulta que después la gruta se abre, la oscuridad baja un tono, los ojos recuperan su mando y los pasos se dan solos como un paseo triunfal. Sea por donde sea hay que probar una y otra vez. Descansar cuando sea necesario y por cuanto sea necesario. No importa lo que dure la misión, la meta existe en algún lugar aunque no la pueda ver aún.
        Cuando encuentro la senda correcta o al menos esperanzadora, la oscuridad se vuelve benevolente y las luciérnagas que habitan este nivel van guiándome con su revoloteo. Hay que saber no apresurarlas para que no huyan asustadas y vuelvan a dejarme a oscuras. Con su titilante lucecita voy descubriendo las piedras preciosas que necesito hoy.
Una bandera pirata, la huella de un dragón, la lanza de un romano. O quizás las lágrimas de una viuda, la colilla del cigarrillo de un gángster, los besos de unos amores imposibilitados -que no imposibles-. 
Cuando encuentre lo que necesito para salir hoy de aquí lo sabré. Así, con el diminuto faro de la luciérnaga iré conformando mi camino de vuelta a la superficie, dejando un reguero de palabras en cada pisada.
        No podré evitar una vez más la sonrisa cuando en el quicio de la salida lea lo que un tal Lope dejó gravado con su pico de pluma:

"Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto.
Catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante."

Y mañana... mañana ya será otra historia.

2 comentarios:

  1. Antonio, no había podido leerlo hasta ahora y me ha encantado. Cuántas dudas por el camino, eh. Pero cuánta esperanza y paciencia también. Qué evocador la luz de las luciérnagas. Yo creo que siempre hay una lucecita que nos aguarda y que, a veces, somos nosotros los que cerramos los ojos para no verla, pero está ahí. ¡Encandilada me tienes!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que me envuelvan para llevar a esta niña por favó.
      Tú también me tienes encandilado. Tengo que comentar aún tu último relato pero esos dos últimos me han parecido especialmente buenos, que lo zepaz.

      Eliminar