jueves, 1 de agosto de 2024

01. El pasacalles - Un juntaletras en el Camino

        Hace ahora justo dos años hice por primera vez el Camino de Santiago, aunque no fuera al completo. Una experiencia muy bonita que... a mi manera, vamos a decirlo así, plasmé en un diario. Un diario que ahora quiero compartir con vosotros, gracias.


EL PASACALLES 
“Para cantarle al mundo hace falta una voz que cuando cante se levante y clara suene haciendo ruidos de alegría y de dolor…” 
Las noches de Bohemia, 2011. 

        Cuando pensé en el título de este primer capítulo lo hice con toda la seriedad del mundo, lo prometo. Pensé en lo poético que sería hacer una metánfora con lo que significa un pasacalles en Cadi y el que iba a ser el verdadero primer día de esta aventura. En Cadi un pasacalles es ese paseíllo casi torero que los carnavaleros hacen por las calles caminito del Falla (ay, caminito del Falla) el día que les toca cantar, desvelando así para el pueblo el tipo de ese año. “Pasa” y “calles” porque pasan por las calles. Al que le haga falta le hago un croquis ¿vale? 
        Totá, que mi primer día le dió una patá a la metánfora y yo me quedo con el título, pero por el ruido. Ruido de la alarma a las 6.50 de la mañana, que nunca se sabe qué puede pasar aunque el vuelo sea tarde. Ruido de la lluvia veraniega mancuniana ¡cómo no! Respiro, silencio, esta vez sí, hasta llegar al aeropuerto. Ruido de nuevo, motores de tren, pasos apresurados, ruedas de maletas, niños de buena mañana, colas, carros, control, mensajes repetitivos dichos con mecánica voz alta, el beep del escáner, pasillo en silencio de nuevo. ¡Oh! Nada, puro espejismo, bienvenido al frenesí del ruido, la zona de espera de un aeropuerto. Ruido de carros de reponedores, cajeras ya cansadas de un día más, máquinas del café, niños activándose, concierto de ruedas en do sostenido en el tiempo hasta que a todos los ruidos los devoren los motores del avión. Pues ahí es donde vino la patada a mi metánfora del pasacalles, con lo bonita que ya la imaginaba. Avión hubo, sí, pero del ruido de los motores ni mijita. Dos horas de retraso, patá al bus que me tenía que llevar de Santander a Burgos y otra más a la habitación reservada. El Murphy y el karma cashondeándose en mi cara y tirándome las migas de su tostada por el lado de la mantequilla además. Diría que me estaba tirando de los pelos, pero no voy a darle ese gusto a los que me conocen… mamones. 
        Y aunque la tarde dominical santanderina no era tan ruidosa, eso da igual cuando el runrún de lo que había pasado se te instala en la cabeza. En los libros de aventuras la susodicha no aparece ya en el prólogo, digo yo. Pues conmigo sí. 
        Mi pasacalles ya hubiera llegado al Falla a estas alturas, pero Murphy estaba grasioso er nota. Nuevo billete para llegar por fin a Burgos en la madrugá y ahora búscate tú las papas pa dormir, Antonio. Ruido habitual en la estación de autobuses de Santander. Shhh, pero hasta las nueve y media que el ruido de la baraja cerrando te deja callao. Resguárdate en la estación de renfe si quieres calorcito y silencio, pero shhh, hasta las once y media que también cierran. Vaya por Dios, menos mal que es Santander. 
        ¿Entre medias sabes qué había? Ruiiiido, el de andares pesados de señoras mayores, o será que lo que les pesaba era el postureo que llevaban encima. Ruido de la suela de los náuticos contra el mármol del suelo, los náuticos de los señores mayores con pantaloncitos cortos de plancha y politos color pastel. Al final va a resultar que los de Santander son los sevillanos del norte. Miedo me da preguntar quiénes serán los gaditanos. 
        Y siguen los ruidos, el de las esesss pijasss de las niñas y no tan niñasss con faldita de tenista y melena Pantene. ¿Que me estoy pasando con Santander? ¿Que en verdá allí la gente es to guay? ¡Po no haberme cerrao las estaciones joe! Que no me habéis dejado otra distracción. ¿y yo en qué estaba? Ah sí, más ruidos. Señora inmigrante sudamericana sin papeles (dicho por ella) emitiendo en directo su      conversación/discusión para todos los muertos del asco y del sueño en la parada de autobuses. 
        Cuando llegue tu autobús podrás relajarte ya y echar una cabezadita Antonio, estarás pensando. ¡Y un mojón! 
        Ruido no había ninguno pero qué tensión vigilando mi mochila de peregrino para que no saliera despedida de arriba con las curvas. Hasta que lo hizo, en la tercera rotonda de Torrelavega. Menos mal que ahí estuvo el menda más atento que Conan Ledesma. Desde ahí, dos horas con un ojo para las curvas y otro para la mochila, como si fuera Trueba vaya. 
        Bueno Antonio, pues ya dormirás en la estación de Burgos, si te dejan. Murphy y karma llorando de la risa. 
        Dejarme me dejaron, pero que alguien le eche 3 en 1 a esa puerta automática de la estación de Burgos, por la gloria de McGiver. Y cuando se para por fin la puerta, más ruido, un primo de Vinicius hablando por teléfono a las cuatro de la mañana. Y cuando cuelga ahora la que habla es una señora. ¿Pero la gente que tiene? ¿Familia en Australia pa tanta charla a las cuatro de la mañana caraho
        Como diría Sabina, me dieron las cuatro, las cinco y las seis, cuando conseguí coger el sueñecito y abrió la de la cafetería para ponerle a Murphy su tostada con la mantequilla por el lado bueno. Porque el malo fue pa mí. Así que a las siete, veinticuatro horas después del mejor de los silencios, me di cuenta que el pasacalles, además de lo poético, también es un montón de ruido, el de la caja y el bombo dale que te dale hasta que lleguen al Falla. Igualito que mi pasacalles con mi tipo de mochilero peregrino. Hasta meterme en bambalinas, pero eso ya será… hoy mismo en verdad. 
Teh qui ya Murphy, a mí me la va a dá tú.

Lunes 1 de agosto, 2022. Escrito en Burgos.

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