Hace ahora justo dos años hice por primera vez el Camino de Santiago, aunque no fuera al completo. Una experiencia muy bonita que... a mi manera, vamos a decirlo así, plasmé en un diario. Un diario que ahora quiero compartir con vosotros, gracias.
EL PASACALLES
“Para cantarle al mundo hace falta una voz que cuando cante se levante y clara suene
haciendo ruidos de alegría y de dolor…”
Las noches de Bohemia, 2011.
Totá, que mi primer día le dió una patá a la metánfora y yo me quedo con el título, pero por
el ruido. Ruido de la alarma a las 6.50 de la mañana, que nunca se sabe qué puede pasar
aunque el vuelo sea tarde. Ruido de la lluvia veraniega mancuniana ¡cómo no! Respiro,
silencio, esta vez sí, hasta llegar al aeropuerto. Ruido de nuevo, motores de tren, pasos
apresurados, ruedas de maletas, niños de buena mañana, colas, carros, control, mensajes
repetitivos dichos con mecánica voz alta, el beep del escáner, pasillo en silencio de nuevo.
¡Oh! Nada, puro espejismo, bienvenido al frenesí del ruido, la zona de espera de un
aeropuerto. Ruido de carros de reponedores, cajeras ya cansadas de un día más, máquinas
del café, niños activándose, concierto de ruedas en do sostenido en el tiempo hasta que a
todos los ruidos los devoren los motores del avión. Pues ahí es donde vino la patada a mi
metánfora del pasacalles, con lo bonita que ya la imaginaba. Avión hubo, sí, pero del ruido
de los motores ni mijita. Dos horas de retraso, patá al bus que me tenía que llevar de
Santander a Burgos y otra más a la habitación reservada. El Murphy y el karma
cashondeándose en mi cara y tirándome las migas de su tostada por el lado de la
mantequilla además. Diría que me estaba tirando de los pelos, pero no voy a darle ese gusto
a los que me conocen… mamones.
Y aunque la tarde dominical santanderina no era tan ruidosa, eso da igual cuando el runrún
de lo que había pasado se te instala en la cabeza. En los libros de aventuras la susodicha no
aparece ya en el prólogo, digo yo. Pues conmigo sí.
Mi pasacalles ya hubiera llegado al Falla a estas alturas, pero Murphy estaba grasioso er
nota. Nuevo billete para llegar por fin a Burgos en la madrugá y ahora búscate tú las papas
pa dormir, Antonio. Ruido habitual en la estación de autobuses de Santander. Shhh, pero
hasta las nueve y media que el ruido de la baraja cerrando te deja callao. Resguárdate en la
estación de renfe si quieres calorcito y silencio, pero shhh, hasta las once y media que
también cierran. Vaya por Dios, menos mal que es Santander.
¿Entre medias sabes qué había? Ruiiiido, el de andares pesados de señoras mayores, o será
que lo que les pesaba era el postureo que llevaban encima. Ruido de la suela de los náuticos
contra el mármol del suelo, los náuticos de los señores mayores con pantaloncitos cortos de
plancha y politos color pastel. Al final va a resultar que los de Santander son los sevillanos
del norte. Miedo me da preguntar quiénes serán los gaditanos.
Y siguen los ruidos, el de las esesss pijasss de las niñas y no tan niñasss con faldita de tenista
y melena Pantene. ¿Que me estoy pasando con Santander? ¿Que en verdá allí la gente es to
guay? ¡Po no haberme cerrao las estaciones joe! Que no me habéis dejado otra distracción.
¿y yo en qué estaba? Ah sí, más ruidos. Señora inmigrante sudamericana sin papeles (dicho
por ella) emitiendo en directo su conversación/discusión para todos los muertos del asco y
del sueño en la parada de autobuses.
Cuando llegue tu autobús podrás relajarte ya y echar una cabezadita Antonio, estarás
pensando. ¡Y un mojón!
Ruido no había ninguno pero qué tensión vigilando mi mochila de peregrino para que no
saliera despedida de arriba con las curvas. Hasta que lo hizo, en la tercera rotonda de
Torrelavega. Menos mal que ahí estuvo el menda más atento que Conan Ledesma. Desde
ahí, dos horas con un ojo para las curvas y otro para la mochila, como si fuera Trueba vaya.
Bueno Antonio, pues ya dormirás en la estación de Burgos, si te dejan. Murphy y karma
llorando de la risa.
Dejarme me dejaron, pero que alguien le eche 3 en 1 a esa puerta automática de la estación
de Burgos, por la gloria de McGiver. Y cuando se para por fin la puerta, más ruido, un primo
de Vinicius hablando por teléfono a las cuatro de la mañana. Y cuando cuelga ahora la que
habla es una señora. ¿Pero la gente que tiene? ¿Familia en Australia pa tanta charla a las
cuatro de la mañana caraho?
Como diría Sabina, me dieron las cuatro, las cinco y las seis, cuando conseguí coger el
sueñecito y abrió la de la cafetería para ponerle a Murphy su tostada con la mantequilla por
el lado bueno. Porque el malo fue pa mí. Así que a las siete, veinticuatro horas después del
mejor de los silencios, me di cuenta que el pasacalles, además de lo poético, también es un
montón de ruido, el de la caja y el bombo dale que te dale hasta que lleguen al Falla. Igualito
que mi pasacalles con mi tipo de mochilero peregrino. Hasta meterme en bambalinas, pero
eso ya será… hoy mismo en verdad.
Teh qui ya Murphy, a mí me la va a dá tú.
Lunes 1 de agosto, 2022. Escrito en Burgos.
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