PASODOBLE
“…antes que un falso Dalí, yo dibujo un garabato.”
Los acuarela, 2005.
Amor al arte de la naturaleza, que es incomparable y ha sido perseguido por los hombres desde la Antigüedad, con algunas genialidades por todos conocidas.
Hoy, al igual que cualquier día, el museo que nunca cierra nos expone las nuevas obras de la misma autora a lo largo de una galería kilométrica. Nada más comenzar los pasos y traspasado el umbral del pueblo, alzas la vista y encuentras un fresco infinito y mágico, capaz de pasar del negro más oscuro a toda la gama de azules, manteniendo intacto el blanco de las estrellas, titilando, tiritando, palpitando, fareando, jugando a las constelaciones.
Al frente la tierra reclama atención con un puño levantado al que tocará subir para contemplar otra obra maestra, una acuarela derramada en la silueta de las montañas lejanas. Una pintura con fuerza, de marcados contrastes, la tierra en sombras, el horizonte encendiendo la lumbre de la mañana, la procesión de estrellas abandonando el escenario para que comience el segundo acto.
El peregrino no quisiera que el tiempo pase, pero lo hace, así que es momento de darse la vuelta y bajar, literal y figuradamente, a la tierra. Una tierra parcheada por la mano del hombre pero sin torturarla, solo tomando y trabajando el fruto que nos concede. Campos de Castilla de cereal rubio segado y girasoles esperando para adorar a su dios, su padre.
El peregrino mientras tanto a caminar, cantando lo de siempre, respetando el trabajo de las hormigas, evitando las piedras, los huesos de la tierra hechos añicos, viendo el amarillo chillón extenderse cada vez más en la absoluta quietud del campo. Van Gogh hubiera dado su otra oreja por ser aprendiz en este taller y que sus girasoles lucieran como los de su maestra.
La galería adquiere unos tonos de melocotón que alarga las sombras de los visitantes y avanza que el calor nos pisa los talones. Así que, aprovechando que el Pisuerga pasa por aquí (de verdad), el peregrino que sea afortunado llegará a tiempo a refugiarse en la trinchera de su oasis y tras la cortina de unos árboles en formación perfecta como lanzas de Velázquez.
Avanza el día, avanza el peregrino, el arte natural se ve interrumpido por el artificial, palomas feligresas de una iglesia más de tantas, orgullo de sus pueblerinos a falta de nada o nadie mejor para presumir. Calles vacías, veleta adivinando el viento y adiós. Pensamientos de todo tipo, que si algo aporta el camino es mucho tiempo para pensar.
Hilera de árboles aplaudiendo sus hojas insuflando ánimos, última acuarela en el canal de Castilla que te acompaña hasta Frómista. Gracias por su visita, hasta mañana.
Jueves 4 de agosto, 2022. Escrito en Frómista, Palencia.
Hileras de árboles aplaudiendo sus hojas insuflando ánimos. Te la has sacado, compañero ja, ja, ja. Estoy sumida en tu diario, Antonio. Me has atrapado. Qué delicia!!
ResponderEliminarAyyy muchas gracias. Había mucho tiempo para pensar qué y cómo escribir jeje
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