POPURRÍ
“Ese eres tú, ese eres tú en una, en una, en una esquinita del sur. Ese eres tú, ese eres tú,
caminante, eres tú.”
La Eternidad, 2017.
En soledad, como llegué, quiero y voy a marcharme de este viaje. Buscando un lugar
a la sombra donde sentarme por calles y plazas voy escribiendo esta última cuarteta,
intentando recordar sin saltos en el tiempo.
No es una experiencia ésta necesariamente para encontrarse a sí mismo, puede ser simple
placer, unas vacaciones más, de una manera más original claro está. Pero incluso aunque la
meta del camino no sea encontrarte puedes acabar tropezándote contigo mismo. Después
de tantas horas que debes llenar solo con tu presencia lo difícil sería no divisarte ni un
poquito en el horizonte. Estar rodeado no significa estar acompañado, la fortuna es hallarse
en dichos estados en el momento que uno desea, así da tiempo de saborear, de apreciar, de
echar de menos el estado contrario y hacer algo por volver a él. Así una y otra vez.
Por eso, aunque no fuera mi intención, en este viaje fui capaz de saber verme a mí en
ambos estados y en ambos, para qué vamos a engañarnos, me sigo gustando, me sigo
aceptando.
No puedo y jamás he querido ni querré dejar de ser un espontáneo con seso. Naturalidad
para que la gente encuentre certezas en mí, yo en ella y así no tener que decidir si compartir
un mismo camino. No hace falta porque cuando te das cuenta ya lo estás caminando,
disfrutando. Más tarde, cuando nuestras circunstancias, y por tanto nosotros, cambien, los
peregrinos de nuestras vidas cambiarán de la misma manera natural con la que uno les dejó
pasar y pisar a nuestro lado. Una manera natural que no deja laceraciones en la conciencia
ni heridas de guerra. Hay despedidas que duelen, cierto, normalmente en esta vida lo que
duele es lo que no se elige, por eso esta oda a la naturalidad con respeto, a la
espontaneidad con seso, a la autenticidad de lo original, porque con todo eso el más
mínimo dolor no tiene cabida. Se acepta, se comprende, se recuerda, se disfruta, se sonríe,
se continúa el propio camino sin lastres.
Sí, ya sé que estoy divagando mucho, es lo que llevo haciendo desde hace semanas, di-vagar
llamándolo camino. “Por el mundo voy caminando, como un peregrino llevo toda la vida…” De casa al colegio y del colegio a casa, de un extremo al otro, de la madrugada al amanecer,
del examen al fin de semana, de El Puerto a Cádiz, de ser dos a ser uno, de Sevilla a
Florencia, del antes al después, del conformismo al volantazo, de las despedidas a “…seguro
que algún día volverá”, de las muertes a las vidas, del yo era aquél al yo soy éste, de la
barrera de un idioma a las consecuencias de dos, de los platos a las aulas, de la jaula de oro
del sur a las alas con motores, de la bicicleta con ruedines al trapecio sin red, de Burgos a
Santiago, de la página en blanco a la página 51, del pasacalles a cuando caiga el telón. Todos
somos peregrinos de una manera u otra, todos hacemos nuestro camino, un pie después del
otro, cuidado con las piedras.
Y en todos mis caminos parto y regreso a mi esquinita del sur. Hijo de obrero con futuro de
estudiante, acento ninguneado por don nadies, niño que subía a su casa cantando por la
escalera, el soñador de la familia, la importancia de reír, la felicidad de hacer reír, el latido al
tres por cuatro, el gol en la garganta, el emigrante hecho a la idea, el optimista bien
informado, un brindis por la amistad, los buenos modales reaprendidos, la pena de no
verlos crecer, el miedo de no presenciar su vejez, el que se preocupa de sus propios actos, el
pepito grillo de más de una, un romántico de los ideales, un práctico del día a día, un
superviviente por prioridades, un escapista del mal rollo, la pamplina sin filtro pero con
pausa, la desnudez vestida con tinta. Todo eso y posiblemente más es lo que fui siendo en
todos los caminos que anduve, conservando y desechando.
Todo este repertorio sin música ni rima soy yo, todas las páginas en blanco que le quedan a
este diario quizás también acaben siendo yo, quizás haya que volver al Camino. Habrá que
vivir para cantarlo.
Miércoles 24 de agosto, 2022. Escrito entre Santiago, Oviedo y Santander.
Me has hecho llorar. ¿Se puede tatuar la primera parte? Y cuando hablar de ti ya... Simplemente olé tú, Antonio.
ResponderEliminarJeje muchas gracias. Bueno, cualquiera en esos días con los sentimientos a flor de piel hubiera escrito cosas bonitas. Hasta tú 😜
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