Con cuatro años de diferencia entre uno y otro las mismas circunstancias en mi vida me llevaron al mismo personaje para soltar lo que necesitaba soltar de la manera que necesitaba soltarlo.
Spoiler: Peter no ha vuelto más.
Conversaciones con Peter Pan
No te sorprendas Peter, hace ya varias lunas que te vi aparecer en el horizonte con tu caminar seguro, por eso la mesa lista para dos, porque ya te esperaba. Siento aguarte la fiesta, se que no estás acostumbrado, que eres tú el depredador y no la presa, eres tú el que ataca de forma infalible y no la víctima, sé que no me creíste capaz de cumplir mi palabra cuando me derrotaste hace años. Sentémonos y te explicaré.
Simplemente aprendí de ti el arte de esta guerra, claro que con ayuda de Wendy, sabes bien que no hay rival como ella que esté a tu altura. Sé que estás pensando ahora cuál fue el error que cometiste pero no te preocupes, que yo te lo resuelvo. Te lo dije entonces, tú nunca mueres, sea como sea tú siempre te cobras algo, si ganas porque ganas y si pierdes porque cabeza y corazón quedan destrozados. Si lo piensas de ese modo, no hay error en tu estrategia, pero si soy yo quien desgrana para ti dicha estrategia, ahí tienes el error. Tu error fue derrotarme tantas veces, porque cada vez que lo hacías me mandabas a las faldas de Wendy y con ella, como te decía, aprendí el arte de tu guerra.
Has de reconocer que me he convertido en un digno superviviente de tu mundo que es el mío, a pesar de tanto tiempo que ha pasado supe verte allá a lo lejos desde hace muchas lunas, mientras que antes solo me daba cuenta cuando ya me habías devorado. Desde aquella última vez jamás bajé la guardia, siempre estuve en alerta y volviste a rondarme. Así como un castigo pierde su razón de ser cuando el castigado no lo toma como tal, así tus armas dejaron de herirme cuando Wendy me enseñó a utilizarlas. Tú esperas, te escondes y te disfrazas. Yo aprendí a ser más paciente que tú, a localizar tus escondites, aprendí a conocerme a mí y mis puntos débiles, para reconocer tu disfraz. Ya sabes que tú ganas de igual manera, pero claro, no es a la manera que tú disfrutas, en mi derrota está tu victoria pero para eso necesitas un derrotado, un juguete roto. Pero de tanto romperme ya no sirvo para jugar. Solo hay una manera, ya te lo dije, solo hay una manera de volver a Nunca Jamás y es para no regresar... nunca jamás.
Acábate las perdices, que a mi se me indigestan y cuando te vayas deja la puerta abierta, por si quisieras volver.
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