PASODOBLE
“Tenle miedo, hablan de que un día el mundo ya de un triple mortal de los que da con tanta
ira, no calcule bien, la pirueta salga mal y se haga mil pedazos contra el suelo de su misma
sociedad.”
Los parias, 2006.
No todo es bonito, hay cosas en esta experiencia del Camino de Santiago que hay
que criticar o simplemente expresar tu opinión propia, que no es ni la correcta ni la
incorrecta, es solo una opinión. Dicha con respeto y acercándola a la objetividad intentaré
que sea digna de ser tomada en cuenta y ayudar a mejorar.
Lo mejor y lo peor del camino es la gente y puntualizo, los peregrinos. Como la vida misma
una vez más. Cuanta más gente se cruza en tu camino más probabilidad de toparte con un
tonto o tonta, que a veces tienen la capacidad de dejar más huella que todas las buenas
personas que puedan aparecer.
La falta de respeto cuando compartes alojamiento aparece en detalles que son importantes,
que desembocan todos en perturbar el sueño y descanso vecino. Como si no fuera con uno
la cosa, como si no tuvieras que madrugar tú también al día siguiente. Uno no sabe en esos
casos qué es peor, si la gente que lo hace conscientemente o inconscientemente. Sea como
sea, no hay excusas.
Si eliges hablar con tu volumen de voz habitual en vez de susurrar cuando hay gente
durmiendo, no hay excusas. Si eliges preparar tu mochila a las cinco de la mañana en la
habitación y no fuera para no molestar, no hay excusas. Si eliges irte de copas y cuando
vuelves te da igual que ya la gente duerma, no hay excusas, además de demostrar, a mi
modo de ver, que tu concepto de camino de Santiago es totalmente erróneo.
Si haces grupos de amigos y cocináis juntos, si entras en la burbuja de ese grupo olvidando
que hay más personas que pueden querer cocinar y comer, por tanto necesitarán los
utensilios y el espacio suficiente, cocina, friega y recoge. Si no lo haces, no hay excusas.
Para colmo, si uno se para a preguntar a la hostelería de los distintos lugares te contarán
historias que te avergüenzan como peregrino y que te hacen comprender que mucha gente
aquí en Galicia esté cada vez más harta.
Dicho esto, ahora hay que poner el foco en el otro lado, porque si gente impresentable
como la descrita está desvirtuando lo que debe ser el espíritu del camino, también los que
colaboran en la organización lo desvirtúan, haciendo cada vez más negocio y explotando a la
gallina de los huevos de oro. Hablo exclusivamente del camino francés, que es el que he
recorrido.
Es totalmente comprensible que en estos tiempos de multicrisis económicas que se viven
haya un encarecimiento de todo en general, de precios de los albergues públicos, de precios
de las comidas en bares, restaurante y tiendas. Pero muchos en tantos días y horas
compartidas hemos comentado que en algunos sitios casi se está llegando al abuso con la
subida de precios. En mi opinión, este fenómeno creo que se nota más en Castilla y León,
donde hay pueblos perdidos de la mano de Dios que parecen aprovecharse de la escasez de
oferta que tienen. Nadie se cree que tu vecino de todos los días vaya a pagarte los precios
que pones en el famoso menú del peregrino. De la misma manera, no se sostiene la
diferencia de precios entre un albergue público y otro cuando las facilidades que ofrecen
son las mismas. Incluso se ha dado el caso de tener mejores condiciones cuanto más barato
era el albergue. Y en esto hay que dar tres nombres claramente, Frómista, Hornillos del
Camino y Burgos. Que sí, que además de lo argumentado hay que entender que a los
pueblos pequeños no llegan tan fácilmente recursos y productos, pero repito, se trata de
albergues de carácter público y municipal, sustentado por las instituciones públicas.
Aunque sea solamente por una cuestión de imagen, bien harían en empezar a cuidar esos
detalles. Reitero, en mi opinión excluyo de esta crítica a los albergues municipales de la
comunidad gallega, donde rigen las mismas pautas sin distinción. Eso sí, no me ofrezcáis una
cocina totalmente nueva pero absolutamente vacía, porque huele descaradamente a
estrategia para obligar al peregrino a gastar dinero en la hostelería de tu pueblo. Adiós al
auténtico camino de Santiago.
En negocios privados no hay crítica que valga, cada empresario gestiona su negocio como
mejor le parece y rige la ley de la oferta y la demanda. A tu cuenta y riesgo te puedes hundir
o navegar, de la misma manera que el peregrino / cliente es libre de aceptar o desechar lo
que se le ofrece.
Recuerden, esto no es más que mi opinión personal, pero es una pena que el espíritu que
tradicionalmente era intrínseco a este patrimonio cultural inmaterial pierda brillo por
querer dárselo a las monedas.
Sábado 20 de agosto, 2022. Escrito en Arzúa.
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