POPURRÍ
“...y con mi bastón y mi canción de amor de carnaval, tengo tanto cielo y tanta fe que siento
de cerca la eternidad”.
Los peregrinos, 2017.
De la nube a la tierra, de la tierra a la semilla, de la semilla un tallo que busca más, del tallo un árbol, del árbol sus ramas como brazos al cielo implorando a la nube, de la rama al suelo y del suelo a la mano de un peregrino.
Así nace un bastón, el hermano en el que apoyarse para avanzar, un bastón sin más aditivos
que quizás algún adorno. No se necesita más, siglos de huellas humanas y de ramas lo
demuestran. Surtirse de la Naturaleza para lo que necesites, añadir un elemento más al
disfraz de peregrino. La casa a cuestas como un caracol, el calzado de nuestro tiempo que a
los hombres de un tiempo anterior no les frenaba su falta. Elementos imprescindibles a los
que uno le suma ahora el bastón solo por el valor romántico del que nos valemos los
soñadores.
Un bastón que ante todo es rama cortada o partida, que es madera, la única pureza que
ofrecerle al santo con toda seguridad, por la propia alma es mejor no poner la mano en el
fuego.
Bastón que no es perfecto, si por perfección se quiere entender la rectitud. Rama que sí es
perfecta, porque así nació y creció, porque la línea de su vida no es recta, como no lo es
ninguna, tampoco la de la mano del peregrino que la levanta del suelo, la bautiza bastón y le
proporciona una nueva vida.
Así es este hermano inerte y temporal que repiquetea contra la piedra mientras yo canto,
que cimbrea entre mis dedos tras cada golpe, encajándolo y sacudiéndoselo para seguir
sobreviviendo.
Así entré en Santiago, a solas conmigo, cantando el credo de Los peregrinos por lo bajini,
respetando los siglos que resuenan en sus calles, vistiendo mi bastón, mi rama, con mi tierra
y mi sangre, los que marcaron mi camino por los mundos que encierra este mundo.
Aquí nos separamos, con la esperanza de que otra buena mano lo tome y le agradezca sus
servicios como yo he intentado hacerlo con estas palabras. Si hubiera una próxima vez, ojalá
vuelva a encontrar otra rama imperfecta como la vida, perfecta como la verdad.
Domingo 21 de agosto, 2022. Escrito en Pedrouso y Santiago.
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